Water Machine: arte, caos y alegría punk en God Park
Surgidos en Glasgow en 2022, Water Machine se ganó rápidamente una reputación por su peculiar y desinhibido art-punk, conquistando con canciones coreables sobre perros, artistas en apuros y la crisis de vivienda.
Su universo musical es un remolino de bajos melódicos y guitarras que se deslizan entre acordes de jazz y riffs punk, todo narrado con comentarios sociales sarcásticos y relatos absurdos. Con ritmos enérgicos, percusión minimalista y toques de cencerro que evocan a Beat Happening y The Jesus and Mary Chain, la banda también deja entrever influencias de country y folk en sus armonías vocales y de violín. Su propuesta salta sin miedo del pop dulce estilo C86 al post-punk más afilado, a veces en una sola canción.
En God Park, el grupo destila influencias diversas —de LiLiPUT a The Pastels— en un sonido siempre al borde del colapso, pero lleno de vitalidad. Ya sea con el pop burbujeante del sencillo “Tiffany” o el country-punk impredecible de “Hando”, su frenesí de géneros siempre está impregnado de alegría anárquica.
Hay ecos de referentes locales como The Vaselines, los Soup Dragons pre-Ecstasy o las bandas de Postcard Records. Entre palmadas y armonías sesenteras, órganos de garaje, guiños a la Motown filtrados por el jangle de una Rickenbacker y líneas de bajo a lo Peter Hook, el álbum destila energía positiva y punk. Piensa en Buzzcocks, no en los Pistols.

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